Empleo,
cuidado y personas mayores. Una situación imparable. Estado de la cuestión y
líneas de futuro en España.
Ricard Calvo Palomares
Juan A. Rodríguez-del-Pino
Universitat de València
Según un reciente estudio
realizado en la ciudad de Valencia (Rodríguez et Allí, 2017) La población de
las grandes ciudades de España se está envejeciendo de manera constante. Dados
los altos precios de la vivienda (Alquiler o hipoteca) la población que podría
efectuar un recambio generacional en las ciudades, no lo hace, desplazándose a
las zonas periféricas o a municipios del cinturón metropolitano.
La red de cuidado de las
personas mayores, ha estado sustentado durante mucho tiempo por las familias
(especialmente por las mujeres – hijas y esposas – del entorno familiar) de
hecho La Ley 39/2006,
de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las
personas en situación de dependencia
de España,
más conocida como «ley de dependencia», reconoce este esfuerzo por parte
de las mujeres del entorno familiar, lo que denominamos “ cuidado informal”.
Pero la realidad es que,
tal y como en el estudios antes comentado (Rodríguez et Allí, 2017), nos
indicaba el personal de Servicios Sociales especializado en Dependencia, las
trabajadoras sociales mayoritariamente, el sistema está completamente
desbordado: Las familias se hacen cargo cada vez menos, y los servicios
públicos de dependencias y personas mayores, no crece de la misma forma que crecen
las necesidades a cubrir.
Hay, por tanto una demanda
específica de recursos de cuidado, que va a ir a más, y que va a promover un
desarrollo de empleos destinados a este sector.
Además la previsión es que
esas necesidades se amplíen no sólo al cuidado de las personas mayores con más
necesidad de cuidado, si no que se extenderá a lo que se ha venido en denominar
“envejecimiento activo”, desde este
punto de vista, “Mantener, prolongar y recuperar la funcionalidad física,
mental y social por medio del autocuidado, ayuda mutua y autogestión, son los
principales objetivos de este nuevo concepto, cuya misión es mejorar la calidad de vida de las
personas mayores.”
Este concepto no es novedoso, puesto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió ya en 1999 al envejecimiento activo como “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen”. Dicho concepto fue adoptado como elemento clave en la segunda Asamblea Mundial del Envejecimiento, celebrada en Madrid, España, en 2002.
Este concepto no es novedoso, puesto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió ya en 1999 al envejecimiento activo como “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen”. Dicho concepto fue adoptado como elemento clave en la segunda Asamblea Mundial del Envejecimiento, celebrada en Madrid, España, en 2002.
Esto va a requerir de nuevos
servicios, más personal y una revisión en profundidad del concepto de
ancianidad y sus necesidades, más allá del simple cubrir las necesidades
básicas del individuo anciano.
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