Hombres
cuidadores de personas dependientes adultas. Un reto para el siglo XXI.
Experiencias en Valencia
La familia, como espacio de cooperación y
solidaridad mutua, pone sus recursos en común para atender a los más débiles
(niños y ancianos) (Gómez, Ripoll y Pachón: 2004), es por esa razón que cuando
un miembro de la familia enferma, le afecta tanto al
enfermo como al resto de los componentes familiares, traduciéndose en un
conflicto que implica a todo al grupo familiar de una manera u otra.
Pero
bien es sabido, el tema de los cuidados recae en las mujeres de forma
generalizada (Comas, 2017), y más si cabe, cuando nos referimos al cuidado de
personas adultas en situación de dependencia. Pero esto no significa que no
existan hombres que cuiden de manera informal a un familiar adulto, más o
menos, directo; un familiar adulto, más o menos dependiente.
Los cambios que en nuestra sociedad se han
ido produciendo paulatinamente, implican que observemos en la actualidad dos
aspectos sociales importantes: como son, primero, necesidad de promoción de
autonomía y la atención a la dependencia, a la vista de la ley que la ampara
(Ley 39/2006) así como el progresivo aumento de la población dependiente; y
segundo, la feminización del rol de cuidadora, con las consecuencias que de eso
se deriva (Carrasco, Borderías, y Torn, 2011). A lo largo del proceso de
cambio, paulatino e imparable, se exige una mayor implicación de los hombres
más allá del socorrido “te ayudo”. Puesto que la igualdad se logrará, -entre
otras cosas- si el hombre se involucra en las tareas tradicionalmente realizadas
por las mujeres. Tales como el cuidado de otros seres, de esta manera se puede
ir paulatinamente deshaciendo el privilegio masculino y se puede recoger lo
positivo que del hecho de cuidar se puede extraer.
Con
todo lo indicado, las motivaciones que tiene una persona para convertirse en
cuidadora, poseen un componente social y un componente personal (Delicado,
2006). La posición tradicional en la estructura familiar es importante en la
medida en que los individuos asumen expectativas normativas que les
condicionan. El género y la posición familiar son determinantes en la
configuración de estas expectativas.
En este sentido, desde la Universidad de Valencia
entre agosto de 2016 y septiembre de 2017 se desarrolló un estudio financiado
por el Ayuntamiento de Valencia. En esta investigación cuantitativa y
cualitativa, se observó como perciben y ejercen el rol de cuidador, hombres que
asumen de manera habitual esta función de cuidado. Así, conocer cuales eran los
factores psico-sociales que rodean la acción de cuidar, identificar las
resistencias y las barreras culturales (construcciones de género) que
dificultan su implicación en el cuidado, identificando los posibles modelos
emergentes, y finalmente detectar las consecuencias positivas que se pueden derivar
al ejercer como cuidadores informales de personas dependientes adultas.
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