La
violencia como forma de relación masculina. ¿Un modelo obsoleto?
Los
elementos identitarios que “modelizan” el comportamiento de hombres y mujeres
viene determinado por unos rasgos muy identificables, tanto que lo que
representa a unas es lo contrario de lo que identifica a otros. Este juego de
oposiciones resulta trascendental en las relaciones puesto que se repite una y
otra vez, con diversos formatos y matices, siempre el mismo mensaje, se
“legitima una relación de dominación inscribiéndola en una naturaleza biológica
que es en sí misma una construcción social naturalizada.” (Bourdieu, 2000, 37)
Este
sistema de oposiciones entre hombre y mujer se sustenta en unos modelos de ser
supuestamente inamovibles y que, en el
caso del hombre se nos muestra en la frase “Sé un hombre”, la cual implica unas
características aparentemente innatas al género y que le distingue frente a la
otra parte vista, en contraposición, como negativa. La agresividad tiene
importancia como mecanismo de aprendizaje puesto que resulta una respuesta
evolutiva a los distintos dilemas adaptativos (Confer et al, 2010)
Debemos
hablar de hombre(s), en plural, el modelo único y neutro como medida de las
cosas y los seres, ya no tiene validez en la sociedad actual y futura.