Creado por Pablo Atrato, Delegación de Paz de las FARC-EP
Abordar el tema de las nuevas masculinidades de manera
objetiva es difícil, sobre todo, por la carga de prejuicio patriarcal que
llevamos implícita la mayoría de los hombres. Pero hay aspectos sobre los que
intentaré hacer algunas referencias, cuestiones que en mi opinión, son
determinantes para que seamos los varones cada vez más responsables, no solo
con los nuevos roles que nos corresponde asumir en la construcción de una
sociedad más justa y con equidad de género, sino, con nosotros mismos.
Lo primero que debemos hacer los hombres, es asumir un
cambio de actitud con respecto a las mujeres. Es dejar de verlas como un objeto
meramente sexual, no aceptar que se les discrimine desde ningún punto de vista
y apoyar de manera decidida y abierta sus reivindicaciones contra el sexismo.
Comenzar a pensar que la violencia contra las mujeres no puede hacer parte de
nuestro menú de hombría.
Segundo, tenemos el derecho y la obligación de vernos
como seres sensibles, afectuosos y, por qué no, vulnerables. Aceptar que
estamos en proceso de superar el aislamiento emocional a que nos sometió la
tradición patriarcal, y que estamos en evolución hacia el replanteamiento de la
relación con nuestros hijos e hijas, aprendiendo de una manera más amplia a
implicarnos con ellos y ellas. Superar el desprecio a lo femenino debe ser un
imperativo en todos y cada uno de nosotros.
Tercero, es necesario cambiar nuestra actitud en lo
relativo a la sexualidad, vivirla de manera natural, plena, romper con los
tradicionales estereotipos machistas que la sociedad nos ha impuesto y que
tanto daño nos han hecho. Reconociendo la diversidad sexual y aceptando que los
homosexuales son personas que sufren discriminación por vivir su propia
sexualidad; lo que nos ayudaría indudablemente a mejorar nuestras relaciones de
respeto con los demás.
Estos tres puntos son básicos para emprender realmente
una actitud de cero tolerancia contra la violencia de género; ya sea física,
psicológica, sexual, intrafamiliar o social; fortaleciendo nuestro proyecto de
cambio personal que coadyuve de manera decidida a los cambios que la sociedad
requiere.
Para la construcción de una Sociedad Nueva, en Paz con
Justicia Social, se va a necesitar de nuevos hombres: más equilibrados y de
nuevas mujeres: empoderadas. En mi opinión los tres aspectos antes descritos
son vitales para ello. Es indispensable que los hombres arranquemos de nuestras
mentes y comportamientos el modelo machista, tarea nada fácil pero no imposible
de hacer, si reconocemos y aceptamos que somos producto de un tiempo y una
cultura que comenzó a cambiar y no podemos ser inferiores a los retos que nos
indica la evolución.
No basta con crear leyes y normas, como señala muy
acertadamente un activista de las nuevas masculinidades con quien intercambie
opinión hace pocos días, él indicó: “El otro horizonte a trabajar, y que no
está separado del anterior, es el de los modelos de desarrollo y las políticas
públicas (leyes, programas, proyectos). Hay que apuntar a transformar también
al orden social y el Estado. Una sociedad capitalista como la nuestra, que está
ordenada sobre lógicas de dominación, desigualdad e injusticia, también lo está
sobre lógicas patriarcales de género; que igual, desde un ejercicio masculino
del poder, generan dominación, discriminación y violencia”.
Es decir, no podemos quedarnos en el aspecto crítico
del sistema y los cambios personales, es indispensable cambiar los esquemas
culturales patriarcales de la masculinidad que se hacen resistentes a las
transformaciones urgentes que necesita nuestro país para una verdadera paz con
justicia Social.
J. Ruiz Arroyave, sostiene en una entrevista previa a
su participación en el II Congreso Internacional Edificar la Paz en el siglo
XXI, lo siguiente:
“Hablar de paz implica desmontar los
paradigmas de género (masculinidad y feminidad) que han sido plataforma para la
guerra. Hay que “desmovilizar” los soportes de masculinidad que han justificado
la barbarie. En las mesas para la paz, debe llevarse a debate también al
patriarcado. Pensar el postconflicto en línea de favorecer nuevos y más justos
ordenamientos sociales, implica que éstos se piensen tanto desde los derechos
de las mujeres, como desde unas masculinidades liberadoras”Las ideas aquí expuestas tienen, entre otros objetivos, generar un debate abierto sobre la influencia nociva del machismo, que persiste en la mayoría de nosotros. Tampoco somos la excepción los que nos auto denominamos revolucionarios, que en muchas ocasiones somos incapaces de reconocer las virtudes y cualidades de las mujeres en cualquier ámbito. Pongámonos entonces a la altura de la historia y acabemos con ese macho dominante que sobrevive en cada uno de nosotros.
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