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domingo, 25 de enero de 2015

Masculinidades o cómo hacerse hombre en tiempos del feminismo



Victoria Viñals | Sábado 24 de enero 2015 


Los estudios sobre masculinidades comprenden una serie de procesos desarrollados en el mundo durante los últimos 30 años, que se proponen repensar la construcción de identidad y género de los hombres en medio de los cambios políticos y sociales impulsados por el feminismo.


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¿Que define lo masculino? ¿Qué hace hombre a un hombre? ¿Qué desafíos tienen los varones en pleno auge del feminismo? Son algunas de las preguntas que se trataron de responder en el V Coloquio internacional de estudios sobre varones y masculinidades, titulado “Patriarcado en el siglo XXI: cambios y resistencias”.
El encuentro, realizado entre el 14 y el 16 de enero se llevó a cabo en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Con más de 200 ponencias e invitados internacionales, la instancia tuvo como objetivo principal problematizar la masculinidad y entender cómo opera el patriarcado en los hombres.
Klaudio Duarte, sociólogo, académico e investigador de la Universidad de Chile, señala que si bien los estudios de masculinidades llevan décadas desarrollándose, es en los últimos 30 años donde se ha vuelto más urgente develar la forma en que se produce la construcción de la identidad del sujeto masculino: “Los hombres aprendemos a ser hombres. No nacemos machistas, aprendernos a reproducir patriarcado a través del sexismo, la homofobia, el falocentrismo, la heteronormatividad. Lo importante es que esos aprendizajes se pueden desaprender, lo que implica necesariamente una lucha política”.

 

Masculinidad hegemónica

Cristian González Arriola, psicólogo e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM, señala que desde una perspectiva de género es posible desnaturalizar la condición de subordinación de las mujeres y la condición misma de los hombres, es decir, “mediante lo que Judith Butler llama performatividad es que nosotros vamos innovando esta condición de género que pareciera ser dada pero que nosotros al momento de hacer fuera de la norma, me parece estamos resignificando y reinterpretando lo que implica ser hombre y ser mujer”.
González Arriola toma del filósofo francés Pierre Bourdieu el concepto de habitus, es decir, observa una relación  entre las formas de actuar, pensar y sentir asociados a la posición social y cultural de los sujetos. Desde el punto de vista del género, el  habitus estaría conformado por una masculinidad hegemónica fundada en el machismo y en la superioridad de un género por sobre el otro. “Se enseña a los hombres desde niños a no  mostrar emociones o signos de debilidad: a ocultar todo lo que lo acerque a lo femenino. Los hombres tenemos que demostrar ser hombres de manera constante y periódica y la masculinidad existe en oposición a lo femenino y es por eso se construye en relación a nosotros, las parejas, los amigos, los colegas”, señaló.
Así, se comprende la masculinidad como un sentido de significados que van cambiando y reinterpretándose. “Seguir hablando de hombres agresores y mujeres víctimas supone un discurso cómodo y políticamente correcto”, declaró González Arriola y explicó que desde la perspectiva de algunos autores, la masculinidad, en tanto construcción cultural, estaría referida más a una posición de poder respecto de otros, que a una condición biológica. De esta forma, y en opinión a ciertos teóricos feministas, la masculinidad podría ser ejercida también por mujeres.

Oprimidos pero con privilegios

Los estudios sobre masculinidades han develado una serie de aspectos que se desconocían respecto a los procesos de construcción de la identidad masculina. En este sentido, la teoría de género ha sido un aporte fundamental para desmitificar el determinismo biológico que se creía, dominaba a los hombres.
Bajo este punto de vista, el patriarcado, entendido como un proceso histórico y contingente, victimiza tanto a hombres como a mujeres. La imposición social de tener que parecer machos,  duros, competitivos, falogocentricos, constituyen una forma de sumisión  sistemática.
Klaudio Duarte señala que si bien el patriarcado oprime a los hombres, éstos conservan intactos los privilegios que les otorga: “Ser los primeros en sentarnos a la mesa, comernos el plato de comida más grande, ser aquí mismo en la Universidad de Chile los que ganamos el mejor salario respecto a nuestras colegas, los que podemos ejercer violencia, piropear a las mujeres en la calle y tocarles el trasero en el metro sin que nadie diga nada,  porque esa violencia está naturalizada”, señaló y agregó que no se trata de construir un discurso bajo la lógica del empate entre hombres y mujeres, porque “mientras los varones no soltemos esos privilegios, esa idea de que somos víctimas del patriarcado no va a poder ser asumida por nosotros”.

Devenir padre

Convertirse en padre representa un cambio fundamental en la vida de los hombres y tiene un amplio impacto en la construcción de sus  subjetividades. David Amorín, psicólogo y académico de la Universidad de la República de Uruguay,  señala que los hombres de mediana edad sienten que son mucho mejores padres que sus propios progenitores. Según el investigador, los padres actuales buscan mantener una  comunicación saludable con la prole, apoyar y promocionar iniciativas de los hijos, estar más receptivos, disponibles y tener  actitudes lúdicas y de diversión.
Por su parte, los resultados de la Encuesta Internacional de Masculinidades y Equidad de Género IMAGES Chile, realizada en 2011 confirmaron que vivimos en un ordenamiento de género con profundas desigualdades y con aún persiste la existencia de roles estereotipados y segregadores para hombres y mujeres.
 


La encuesta arrojó que mientras más de la mitad de los hombres reportaron  jugar con sus hijas/os en casa, apenas un tercio cambia pañales, prepara alimentos, baña a sus hijas/os, y apoyar en tareas escolares. Mientras que un 63,7 por ciento de los hombres reportan que la mujer cuida diariamente (siempre o usualmente) a sus hijas o hijos, un 80 por ciento de las mujeres señala hacerlo.
En la investigación recogida en su libro Adultez y Masculinidad: la crisis después de los 40, David Amorín señala que “una de las modificaciones en la identidad de género masculina es la existencia de una mayor capacidad para desplegar sentimientos y actitudes afectivas para con los demás sin que esto, dentro de ciertos umbrales, amenace los estereotipos de virilidad exigidos al varón por mandatos culturales de larga data. Esta condición parece relacionarse directamente con la mejor capacidad hacia los hijos/as, en lo que hace a la comunicación, el apoyo y confianza, la receptividad y disposición”.

La esfera domestica como punto crítico en las masculinidades

Si bien se encuentra ampliamente aceptado que los hombres, durante las últimas décadas, han desarrollado un relevante proceso de integración a las actividades reconocidas patriarcalmente como femeninas, aún conservan intactos los privilegios que históricamente han ostentado.
En su investigación en curso titulada Relaciones de género y arreglos domésticos: la configuración de nuevas masculinidades, la doctora en filosofía y académica de la Universidad de Concepción, Lucía Saldaña, señala que existe un intento de complementariedad, marcada por acuerdos emergentes tendientes a la resolución democrática.




Esta complementariedad se da con la salvedad de que los varones tienen la potestad para decidir qué tipo de actividad realizarán, mientras que son las mujeres las que asumen las tareas domésticas más incómodas pero relevantes del hogar. “Aún no encontramos hombres que limpien baños”, señaló Saldaña.
Respecto a este tema, la encuesta IMAGES Chile de 2011 arrojó que entre un 62,6 y un 73,7 por ciento de los varones dice que su pareja generalmente hace más o hace todas las tareas como preparar alimentos, lavar ropa, hacer aseo o limpiar el baño.

Patriarcado y Pluridominio

El patriarcado no opera solo. Se trata de un proceso que se constituye  de manera conjunta y simultánea con otros dispositivos de dominio. Está siempre actualizándose en las nuevas coyunturas y produciendo nuevas formas de expresarse. Por eso resulta de suma relevancia para los hombres y las mujeres feministas poder identificar los nuevos modos en que el patriarcado se  hace espacio en todo orden de cosas.
Bajo esta lógica, las conclusiones del V Coloquio Internacional de Estudios sobre Varones y Masculinidades señalan que el patriarcado se entronca con un sistema de dominio que tiene como base la economía capitalista, el racismo y el adultocentrismo.
Además, la construcción social del binarismo hombre/mujer daría lugar a una serie de preceptos represivos conocidos como heteronormatividad, es decir, un conjunto de normas sociales que entraman una relación de poder  y que reglamentan el género en términos binarios, normalizando las relaciones heterosexuales idealizadas como una forma connatural del ser humano.
González Arriola señala que resulta fundamental revisar permanentemente nuestras conductas, pues el patriarcado y el machismo se filtran en los lugares más inusitados y adquieren formas no tradicionales de manifestarse.
Sobre las perspectivas que  abren los estudios sobre masculinidades y su rol en el contexto actual,  Klaudio Duarte concluye: “A lo que nos está llevando esta discusión es que se puede ser hombre, colaborativo, solidario, tierno y no hay que desarrollar el  lado femenino de la masculinidad;  sino que hay que desarrollar ese aspecto de la masculinidad que ancestralmente parece que  tuvimos los seres humanos y que por esta revolución del patriarcado se instaló como una negación para los varones”.

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